EL SUFRIMIENTO EN LA REPRESENTACIÓN ARTÍSTICA

Si bien la «determinación del arte consiste en expresar lo bello, lo verdadero y el amor» (26), ha sido siempre el sufrimiento humano un tema en la representación artística. Lo malo, la culpa, el reconocimiento de la debilidad humana y la necesidad de salvación son cuestiones que se plantean y también representan en las obras de arte sacral.
«Sin la realidad del mal tampoco se puede medir la realidad del bien, de la salvación, de la gracia, ni de la gloria. Esto no es un salvoconducto para el mal sino una alusión a su lugar...
Cuando se muestra la realidad del mal, se pretende en la lógica interna del arte, mostrar lo terrible como terrible, presentar lo fructífero como fructífero, y asi conmover. Con ello, la representación del mal no tiene como fin perpetuar el mal, sino mostrar a lo sumo, que el mal no abunda sobre el bien, más bien, que hay cambio del mal al bien.» (27).
«El reflejo de lo negativo» no puede convertirse en fin a se, en un deleite del mal en alegría ante la destrucción, sino que debe apuntar a la esperanza que nos ha sido regalada en Cristo.
«No veo el problema en que el arte exprese las caras ocultas de la vida, sino en que la luz del perdón, de la misericordia y de la gracia descienda tan poco a esta oscuridad» (28).
El artista está, pues, llamado a hacer experimentable el punto central de la fe cristiana, la culpa y la reparación, el sufrimiento humano y la culpa que pone su esperanza en la gracia y en el perdón y que por lo tanto desemboca en la redención.
«El sufrimiento es camino de salvación, de redención. Nos permite participar en la pasión de Cristo, que fue el puente hacia la salvación. Muchos acentúan hoy el sufrimiento humano y representan ante todo el dolor de Cristo, pero para artistas creyentes, la pasión no puede significar sólo el silencio de Dios o la dureza de corazón del hombre; la pasión es también misericordia y esperanza» (29).

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