LENGUA Y LITERATURA
La lengua desempeña, especiálmente en la liturgia, un papel muy importante. La lengua de la liturgia no se puede asimilar a la cotidiana porque está impregnada de la evidencia de que la celebración de la Santa Misa es un misterio, es decir, de que los fieles se acercan al Señor con dignidad y respeto, algo que en general debe tener también expresión en las oraciones vocales fuera de la Misa.
La dignidad de la liturgia se basa en primer lugar en el cuidado de la tradición y, en segundo lugar, en el deber general. Ambas son puestas por obra ante todo en la Iglesia Católica romana mediante la lengua latina, la lengua oficial de la Iglesia. Esto no excluye que se rece también en lengua vernácula. Hay que considerar que aún la mejor traducción es, en esencia, sólo la exposición de un contenido con conceptos menos precisos.
«El verdadero arte... hace transparente y armonioso el pensamiento mediante el juego de formas, sombras y luces, a traves de la melodía en el canto o de la precisa modulación de la voz al hablar, e interpreta o despierta los sentimientos y sufrimientos en el corazón del hombre... Lo determinante es que el arte dramático debe representarse sobre la base de las normas morales dadas por Dios, siempre con el fin de ofrecer símbolos y modelos que llevan al pueblo a lo alto, en definitiva, acercarlo a Dios» (54).
Sobre esta razón debe ser representada de igual modo en la literatura (lírica, épica, dramática, cinematográfica, etc.) esta aspiración del hombre por la verdad divina de este mundo, y debe llegar a un despliegue total de recursos linguístico-espirituales, a una fusión de palabra y gesto, de historia, tradición y fantasía. La poesía, desarrollada aqui bajo símbolos, alegorías o parábolas, cumple asi su función de difundir el cristianismo de una manera particularmente estética.
Así como la vida cristiana no puede tener otro contenido ni ningún otro fin que la todavía tenue, insuficiente y casi irreconocible imitación de lo que el Señor ha vivido, el drama cristiano sólo puede ajustarse a ello y conseguir de ahí su carácter específico.
También la reavivación del teatro religioso, de las representaciones escénicas de los misterios del señor que dan vida a las narraciones evangelicas y cuya aplicación es trasladada a la vida moderna son de gran importancia para el ejercicio del apostolado (55).
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