ARQUITECTURA
La arquitectura sacra debe cumplir tanto los criterios del arte sacro como también debe cumplir finalidades prácticas. Esto quiere decir que, su funcionalidad ha de estar impregnada de las exigencias litúrgicas: la construcción de una iglesia debe hacerse sobre todo teniendo en cuenta al altar, que representa a Cristo y sobre el que se hace presente en la Santa Misa la ofrenda de Jesucristo. Lo mismo vale para el sagrario como sede de su presencia. Ademas todo el edificio debe servir a los fieles como lugar de reunión, oración y culto.
«Si bien la arquitectura sacra puede adoptar nuevas formas, no puede parecerse a las construcciones profanas, sino que debe permanecer siempre fiel a su cometido cuya singularidad es ser casa de Dios y casa de oración» (52).
Al igual, que las iglesias de la antiguedad fueron entendidas como representación de la Jerusalen celestial, así deben también hacer suyo hoy las construcciones actuales un «sentido de representación». Las construcciones deben expresar la peculiaridad de ser lugar del «mysterium fidei». Deben permanecer fiel, incluso en la construcción, a su esencial cometido sacro.
La función y el significado de los diferentes lugares en la vida litúrgica tienen su eco en su representación y distribución arquitectónica en lo que respecta a la construcción de iglesias. Por eso, la arquitectura debe también entrelazar de manera coordinada las demás artes desde sus primeros esbozos. El elemento sacro no puede ser un añadido sin conexión, sino que tiene que ser elemento esencial y parte constitutiva de toda la construcción. Estos principios han de ser de igual modo determinantes en los ornamentos y objetos litúrgicos.
«Los prelados deben preocuparse de comprobar que tanto en la construcción como en la restauración de iglesias se observen las formas y normas del arte espiritual afirmadas por la tradición cristiana, y que no se den desórdenes, ni disposiciones desviadas y precipitadas, ni nada mundano ni impropio... del mismo modo, la nueva iglesia debe producir su efecto de manera grata mediante la sencillez de bellas pautas que rehusan falsos adornos; pero también hay que evitar todo aquello que pueda parecer desprecio del arte u obra de arte.» (53).
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